lunes, 16 de febrero de 2015

CREANDO PERSONAJES PARA GUIONES

A ningún escritor de guiones o de cualquier otra obra, le gusta tener que detenerse a mitad de camino y empezar todo de nuevo porque un personaje de relleno de pronto decide dar un paso al frente y tomar el mando de la historia.

Y es que el creador no tiene otra forma de conocer a sus personajes que ponerlos una y otra vez en toda clase de situaciones absurdas y ver cómo se las arreglan para salir de ellas. Un personaje encarna los conflictos de una película, lleva adelante la trama, y sobre su cabeza pesa el deber de hacer contacto con el publico.

Así que cuando comenzamos a imaginar una historia, usualmente lo primero que se nos viene a la cabeza es la urgencia de responder a una pregunta básicas:

¿Quién serán ellos?

Y es que nada más comenzar a escribir; y al poco tiempo de verlos interactuar, nos enamoramos perdidamente de ellos. Es entonces cuando corremos el riesgo de perder la perspectiva; y en lugar de darles el espacio para desarrollarse y evolucionar, los idealizamos. El resultado: héroes, heroínas y villanos demasiado prematuros.


Además, cuando una cinta no gusta, la crítica suele dirigir sus primeros hachazos al apartado de construcción de personajes: que si están carentes de vida, que si son de cartón pintado,  o inverosímiles, o demasiado subrayados, aguados, vacíos... etc... O sea, un desastre.

Si se tiene la intención de estropear una trama, es muy fácil comenzar por sus personajes: 
  • Sin protagonistas fuertes, no hay argumento que pueda suscitar suficiente interés para sostener la película. 
  • Sin secundarios interesantes, los principales también se caen.
  • Ningún espectador termina de leer un libro o de ver una película; si no puede identificarse con al menos uno de los protagonistas, eso es así.
Por eso es necesario aprender a escuchar a nuestros personajes, conocerlos lo más íntimamente posible, y no utilizarlos como meros vehículos de una trama.

Así es que vamos a crear unos personajes que enganchen y que tengan consistencia; y para ello vamos a seguir una serie de pasos básicos:

  • Investiga a fondo a tus personajes. No te conformes con un nombre y un color de ojos. Debes saberlo todo acerca de ellos. Su vida anterior, sus aficiones, sus secretos, sus debilidades. Probablemente usarás un solamente un poco de esa información en la historia, pero te aseguro que todo ese conocimiento profundo acaba transparentándose en la película de una manera u otra, dotándola de una mayor intensidad.
  • Los interpretes son seres sociales; y siempre estarán definidos por su propio entorno. (aunque tu personaje sea un ermitaño, necesitará primero de un grupo de personas de las cuales apartarse). Puedes comenzar estudiando tu propia vida social, ¿de qué manera te relacionas con la gente? ¿Te vinculas de la misma manera con tus abuelos que con tu mejor amiga que con tus compañeros de la clase de yoga? Si consigues transmitir esas diferencias a través de la escritura, tus oportunidades de lograr personajes en tres dimensiones aumentarán considerablemente.
  • Humaniza a tus individuos, sobre todo a los no humanos; por ejemplo, en las novelas en las que aparecen vampiros, demonios, dragones, licántropos y otros seres similares. Sin embargo, no podría decir en qué se diferencian sus sentimientos de los de una persona común y corriente, más allá de lo obvio. Esto ocurre porque un escritor debe humanizar a sus personajes, cualquiera sea su naturaleza. Es la única manera en que, como espectadores, podemos sentir verdadera empatía por ellos.
  • Expón sus contradicciones. Una forma excelente de dotar a un personaje de humanidad es manifestar su prodia discordancia. Un héroe que se contradice a cada paso, que lucha por mantener su propia estupidez a raya, es un héroe que nos despertará más simpatía e interés que el típico hombre de acero que nunca se cuestiona a sí mismo. Deja que esos desacuerdos internos afloren de manera natural y verás cómo tus personajes ganan rápidamente en espesor dramático.
  • Transforma al figurante. Un protagonista completo y bien logrado no puede salir de la historia igual que como entró. Si después de lo que vive no hay un cambio profundo en su manera de entender y relacionarse con el mundo, algo no anda bien. Siempre debería existir una curva de aprendizaje, un viaje interior que lleve al personaje de una situación inicial de relativa comodidad a un nuevo estado de cosas en el que ya no pueda volver a ser el mismo de antes.
  • Complícale la vida; y por supuesto, situalo en el medio un montón de obstáculos y dificultades que afrontar, sino para que hemos hecho todo lo anterior.


Crear personajes memorables es una de las tareas más apasionantes a la que un escritor puede dedicar sus esfuerzos. Y la que más recompensas te rendirá en el largo plazo. Piensa, si no, dónde estaría ahora Cervantes sin su Don Quijote y Sancho.